17 Dic La familia de origen
Un gran número de personas que deciden demandar ayuda terapéutica lo hacen guiados por la necesidad de modificar alguna conducta que se ha instalado en sus vidas y que de un modo u otro está dificultando el avance y desarrollo de sus relaciones familiares, amorosas, laborales…
Son personas que no se rinden con facilidad y que han intentado y empleado herramientas y recursos con los que cuentan para cambiar esas dinámicas, sin embargo, ven como de nuevo y con la sensación interna de no poder evitarlo, se repiten una y otra vez, las mismas situaciones conflictivas que limitan sus vidas.
Los párrafos que siguen a continuación quizás puedan aportar claridad a algunas de estas circunstancias.
Todos pertenecemos a una familia, a una cultura, a un territorio, a un colectivo que cuenta con su propia y determinada historia. La gran mayoría del repertorio de nuestras conductas y formas de relación están condicionadas por los hechos que sucedieron en nuestro sistema familiar dentro de su contexto cultural y social. Estos hechos que nos llegaron en forma de historias, de mandatos familiares, de mitos, definen nuestros comportamientos y determinan nuestros vínculos, independientemente de que sean o no la verdad objetiva.
De forma inconsciente asumimos roles y reproducimos patrones de comportamiento con el deseo último de restaurar el equilibrio familiar. Así, vengamos, paliamos, imitamos o tratamos de vencer estos hechos que quedaron sin reparación y que, desde entonces, han sido como una “asignatura pendiente”, pasando de una generación a la siguiente.
Esta máxima se cumple en todas las familias se tenga o no conciencia de ello y se necesite o no la intervención terapéutica. No en todas las familias se muestran síntomas de forma que les impulse a solicitar esta intervención.
Estemos o no de acuerdo, es un hecho inevitable que todo aquello que ha ocurrido en nuestra familia, junto a nuestras experiencias más individuales, conforman nuestra identidad. Desde que nacemos, e incluso antes, empezamos a sentir, a percibir, a formarnos y a construirnos, en función de los mensajes verbales o no verbales explícitos o implícitos que recibimos dentro del seno familiar. Son mensajes que acabamos adoptando como nuestros valores y creencias más profundas, sólidamente arraigadas mediante la lealtad, inherente al ser humano, que profesamos a nuestro clan.
Análisis del sistema familiar, conceptos básicos e intervención
La gravedad de las consecuencias de los hechos ocurridos en una generación determinará la posición o la actitud de los familiares frente a estos hechos concretos.
Supongamos el caso de una familia en la cual alguno de sus miembros cometiera algún acto delictivo. La postura de este sistema familiar tenderá a mantener el secreto de lo ocurrido, el pacto de silencio implícito y la ocultación de los acontecimientos, siempre con la esperanza de que al dejar de nombrarlos desaparezcan y dejen de ser un estigma o un motivo de vergüenza o exclusión para la familia o para alguno de sus componentes. Es inevitable, que, como humanos mantengamos la fantasía de que si algo no es nombrado no existe, como parte de la negación que necesitamos mantener antes de enfrentarnos a la realidad o al conflicto.
En otras ocasiones acontece lo contrario, la mención o relato continuo de algún hecho, que igualmente tuvo consecuencias dolorosas e injustas hace que continuamente, incluso de una generación a otra, se refuerce y se renueve la necesidad de “venganza” o reparación. Sirva como ejemplo una familia cuyo alguno de los miembros fuera víctima de asesinato.
En ambos casos esto implica una carga para las generaciones siguientes. (Iván Boszormenyi Nagy, Bert Hellinger, Anne Ancelin Schützenberger)
Desde el Modelo Clínico Integrado se propone la investigación, el análisis y la intervención del sistema familiar al que pertenecemos. Es una forma de desactivar las influencias de los conflictos transgeneracionales no resueltos, los cuales pesan y condicionan nuestras experiencias actuales y nuestro desarrollo como personas individuales y relacionales.
La herramienta que utilizamos para iniciar la investigación y análisis es la construcción del genograma, esto es, la realización de un árbol genealógico que, conteniendo información del sistema familiar, permita establecer la relación entre un síntoma presentado y los patrones familiares o los hechos históricos sucedidos en el mismo sistema. Abarca al menos tres generaciones como datos considerados imprescindibles, aunque si se tiene información de los bisabuelos son de mucha utilidad, ya que en la gran mayoría de los casos puede encerrar algún dato importante que generó un comportamiento de los abuelos –tercera generación- y de los padres –segunda generación-.
El genograma “per se” no es una forma de terapia sino el trabajo consistente en comprender cómo nos hemos ido configurando.
Su utilidad reside en la precisión y rapidez del diagnóstico, que se establece desde el principio en un mapa muy claro. Si el conflicto que genera los síntomas objeto de la demanda terapéutica, tiene relación con algún hecho histórico significativo, el genograma revelará esta relación así como su transmisión a lo largo del tiempo y de una generación a otra.
Una vez se dibuja el genograma y se identifican los hechos sucedidos que se dan en una generación y que se repiten en las siguientes, se interviene terapéuticamente para desactivar los focos emocionales que mantienen el síntoma.
La intervención desde el Modelo Clínico Integrado (MCI) se hará teniendo siempre en cuenta los aspectos siguientes:
- El trabajo corporal a través de técnicas procedentes de bioenergética y de la respiración holotrópica.
- La identificación y elaboración de las emociones bloqueadas como consecuencia de experiencias traumáticas no resueltas. Se da mucha importancia y espacio a la expresión de éstas y en especial a los duelos, por las consecuencias que tienen en las siguientes generaciones.
- Los patrones de relación que establecemos contemplando la circularidad o bidireccionalidad de éstos, es decir, el análisis de la relaciones teniendo en cuenta todas las posturas para una mejor comprensión de lo que subyace en un conflicto, que no siempre es lo más visible (Paul Watzlawick).
La contemplación de la dimensión transgeneracional, que es la que permite un diagnóstico más certero y la posibilidad de intervenir de manera más eficaz y más directamente sobre el núcleo del conflicto presentado.
Para la construcción del genograma se tendrán en cuenta, como mínimo, los siguientes hechos históricos significativos:
- Los hijos nacidos muertos o alrededor del nacimiento que con frecuencia son excluidos del sistema
- Abortos
- Ruinas económicas
- Muertes traumáticas (por accidentes o por enfermedad en personas jóvenes o niños)
- Hechos de guerra (fusilamientos, encarcelamientos, exilios, participación en el frente, denuncias…)
- Separaciones, divorcios y segundas nupcias
- Hijos fuera del matrimonio
- Abusos sexuales o físicos e incestos
- Asesinatos (padecidos por la familia o perpetrados por alguno de sus miembros)
- Conflictos por herencias
- Las adopciones (En la gran mayoría de los casos donde se ha dado un conflicto con hijos adoptados, tiene que ver con el “olvido” por parte de la familia adoptiva de la importancia y la presencia de la familia biológica o de origen del hijo tomado en adopción. En la construcción del genograma deben figurar los padres biológicos, de lo contrario el propio terapeuta ya estaría haciendo lo mismo que la familia que presenta el conflicto con el hijo adoptivo, es decir, “olvidando” a la familia biológica, imprescindible para resolver el conflicto que se presente)
- Las parejas significativas de algunos de los miembros de cualquiera de los matrimonios del sistema en análisis
- Los amantes, en principio, cuando se tiene conocimiento explícito de ello.
Un ejemplo de genograma. El caso de Guillermo
Utilizamos un símbolo cuadrado para los hombres y un círculo para las mujeres, un triángulo invertido para los abortos, guiones transversales en caso de separación, líneas diagonales para resaltar una unión muy fuerte entre dos miembros. (En el caso que nos ocupa, las líneas diagonales representan la fuerte unión del padre con el hijo menor y las línas en zig-zag, la mala relación del padre con el tercer hijo) Utilizaremos aspas o cruces para señalar a las personas fallecidas.
«Guillermo no es capaz de controlar el gasto, gastaba de una forma desmedida y descontrolada, disponía de ingresos suficientes para tener un nivel de vida muy aceptable y tranquilo económicamente. Sin embargo siempre acababa generándose gastos por encima de sus ingresos lo que suponía vivir en la angustia de no tener nunca suficiente para subsistir.
Su primera demanda consistió en desarrollar herramientas y recursos que le ayudaran controlar su impulso a endeudarse controlando y planificando sus niveles de ingresos y gastos. Tomó conciencia de la necesidad de hacerse cargo de sus cuentas, puesto que hasta entonces no se ocupaba ni de mirar los extractos bancarios y una vez instalada esta nueva conducta rutinaria en su vida, su nivel económico se estabilizó durante un tiempo. Pasados unos meses y aunque no llegó de nuevo al nivel de gasto que tenía en un principio, le costaba mucho esfuerzo controlar su impulso a gastar, a empobrecerse.
Hubo que estudiar qué había ocurrido en su familia a través de su genograma para poder comprender esa conducta. Él mismo la definía como algo imposible de gestionar sin un gran esfuerzo, lo que le resultaba desesperante porque, por otra parte, él deseaba poder disfrutar de lo que obtenía con su trabajo sin llegar a sufrir la carencia a la que se veía abocado.
Repecto a la línea paterna, y antes de casarse, la abuela estaba muy bien situada económicamente. En cambio, el abuelo vivía de su trabajo hasta el momento de contraer matrimonio, dedicándose desde entonces a administrar los bienes de la abuela. El abuelo hizo malas inversiones, gastó sin ningún tipo de control y tenía adicción al juego, finalmente la familia se arruinó y debieron salir adelante con el trabajo de los padres, pero también de los hijos que pasaron a tener una vida bastante menos holgada.
Este hecho hizo que el abuelo fuera discriminado en la familia y de alguna forma excluido, así Guillermo tomó la responsabilidad de representarlo, empobreciéndose y gastando igual que él. Una vez se recupera la figura del abuelo y se le da un lugar, el equilibrio se restituye y él puede decidir, mucho más libremente y sin tanto esfuerzo, que hacer con su dinero.
Señalar también que en la generación intermedia entre él y su abuelo, la de su padre y los hermanos de su padre, hubo un tío suyo (hermano menor de su padre) que acabó arruinado tras haber conseguido cierto nivel económico. Es este hombre es quien representa al abuelo (su padre) en esta generación, con la intención inconsciente de conseguir el reconocimiento y recuperación de su padre excluido del sistema pero no consigue el reconocimiento de la familia, muy al contrario, acaba siendo igualmente excluido”
¿Cuándo se utiliza el genograma como herramienta de trabajo?
Estará indicado siempre que una persona se plantee el deseo de modificar una conducta o patrón de relación que no consigue manejar por mucho que lo haya intentado en un nivel racional y lógico.
Pudiera ser el caso de una persona que “siempre” establezca relaciones triangulares, o de personas que “siempre” acaben mal en las relaciones laborales, o que “siempre” estén aquejadas de algún malestar físico o emocional. También en en cualquier otra situación en que una conducta se repita y suponga malestar y sufrimiento para la vida de la persona.
Con la construcción del genograma vemos como la conducta que la persona repite y que le angustia, que no puede modificar por mucho que lo intente, tiene su raíz en un hecho importante ocurrido en su sistema familiar y que tuvo consecuencias consideradas injustas para algún miembro de éste o para todo el sistema. Una vez identificado esto, estamos en disposición de intervenir y modificar conductas limitantes.
Sorry, the comment form is closed at this time.